Lo prometido es deuda

Hace algunos posts les prometí que les iba a contar mis malas experiencias con la cerradura de la casa. El asunto es que cuando acababa de comprar mi bicicleta, me concentraba tanto en sacarla con cuidado para que no se rayara que solía olvidar que en algún momento iba a tener que regresar a la casa y que para ello iba a necesitar la llave, la cual dejé muchas veces adentro.

En varias ocasiones uno de mis roomies me salvó de quedarme afuera, pero sucedió una vez que ninguno de mis dos compañeros de casa iba a estar en todo el fin de semana, así que no hubo quien pudiera rescatarme. Comencé a evaluar las opciones y lo mas viable era entrar por la ventana de mi cuarto, que dejé abierta por razones de ventilación.

Pero deben saber mis amigos que yo vivo en el segundo piso y la altura a la que está mi ventana es como de 4 metros. Entonces le pedí prestada la escalera al jardinero, quien muy amablemente accedió al prestamo pero no me ayudó más, así que tuve que subir solito hasta la ventana... A cada paso que daba temblaba yo y la escaleratemblaba más, al final logré subir y con mucho esfuerzo y miedo entré por la ventana, pensando que la neta yo no serviría para asediar con escaleras ninguna fortaleza amurallada como hicieron los orcos de Isengard y Mordor en sus respectivas películas.


Después de esto prometí tener mas cuidado con mis llaves para no tener que volver a subir por la ventana. Una semana después las volví a olvidar, ¿la solución? Nada de escaleras, me fui a la casa del yucateco.